Hay animales y seres que solamente existen en la cultura popular, y hay otros que alguna vez pisaron la Tierra, y se extinguieron. A ambos los persiguen los criptozoólogos, señores sin otro afán en la vida que encontrar las huellas de lo que no existe o ya no está.
El número de especies de seres vivos, que transitan este planeta azul que compartimos y que han sido descriptas e identificadas por la ciencia a la fecha es de alrededor de 1,75 millones, de los cuales dos tercios corresponden al reino animal. Sin embargo, se piensa que este número es una subestimación de la cantidad real que vive sobre la Tierra, pues cada año se descubren varios miles de especies nuevas. Quienes así lo creen, estiman entre 5 y 50 millones el número real, dependiendo de las distintas estimaciones.
En los grupos bien conocidos, como mamíferos, aves y plantas superiores, donde los organismos son grandes, visibles y de interés público y taxonómico, el número de especies es bastante aproximado, pero en los grupos restantes sólo se conoce una pequeña parte del total que deben existir e incluso la estimación de este número es difícil. La dificultad es incluso mayor cuando se trata de bacterias y microorganismos.
Pese a esos números, que arrojan material suficiente para entretener al estudioso más exigente por décadas, hay una gran cantidad de señores distribuidos en todo el orbe, que se dedican a buscar lo que, según el conocimiento científico mayoritario –y en la mayoría de los casos, el sentido común– jamás encontrarán. Son los criptozoólogos.
Pese a esos números, que arrojan material suficiente para entretener al estudioso más exigente por décadas, hay una gran cantidad de señores distribuidos en todo el orbe, que se dedican a buscar lo que, según el conocimiento científico mayoritario –y en la mayoría de los casos, el sentido común– jamás encontrarán. Son los criptozoólogos.
El estudio de lo que no está
La criptozoología (del griego cryptos, oculto, zoos, animal, y logos, estudio; literalmente, “el estudio de los animales ocultos”) es la disciplina que domina el estudio y búsqueda de hipotéticos animales actuales denominados “críptidos”; los que, según sus acólitos, estarían quedando fuera de los catálogos de zoología contemporánea.
Los criptozoólogos buscan, en resumen, animales considerados extintos o desconocidos para la ciencia, pero presentes en la mitología y el folklore, algunos de los cuales con presencia en el andamiaje cultural de pueblos sin contacto entre sí.
El principio básico de la criptozoología, es dar como un hecho la existencia real de los críptidos, ya que algunas de las características que presentarían estos animales hacen creer que hay posibilidades de que estas criaturas existan.
Pero la criptozoología también se dedica al estudio de presuntos animales desconocidos, para lo que cuenta con una larga lista de testimonios e historias que los mencionan a través del tiempo, y que en algunos casos son reportados por algunos supuestos testigos que informaron avistamientos ocasionales entregando una descripción coincidente con las características de animales extintos.
Antiguamente, se asociaba a la criptozoología exclusivamente con las criaturas mitológicas presentes en mitos y leyendas, pero en realidad sus cultores sólo buscan aquellos críptidos que puedan ser calificados como tales, es decir, que presenten características descriptivas que hagan verosímil su existencia, que cuenten con testigos que afirmen haberlos avistado a ellos o a sus huellas, o que se trate de animales considerados extintos hace ya muchos miles de años. El famoso Monsotruo del lago Ness, el popular Pie Grande o el Nahuelito, entran en esta categoría, al igual que el elefante pigmeo (un elefante que cabría en la palma de la mano) o el kraken, un pulpo o calamar gigantesco, que según los escandinavos atacaba los barcos y se comía a sus tripulantes.
Al amparo de internet y las redes sociales, los criptozoólogos, que en su gran mayoría actuaban en forma aislada, han ido reuniéndose en páginas y sitios de divulgación, y hoy existen muchísimos foros en los que comparan notas y comparten sus hallazgos, que en su visión los acercan cada vez más al avistaje de esos seres que son negados por la ciencia.
Encuentros y desencuentros
La criptozoólogos reclaman para sí ciertos descubrimientos de la zoología tradicional hechos hace relativamente poco tiempo, aunque no hayan sido logrados por ellos, y los muestran como base para dar continuidad a su disciplina.
Igualmente, la criptozoología propone dentro de su ámbito a ciertos descubrimientos realizados por zoólogos regulares o por simple casualidad, los cuales son citados y utilizados como justificación de su disciplina.
Entre estos descubrimientos, los más conocidos son la mariposa esfinge de Morgan, el calamar gigante, el celecanto y el okapi.
La mariposa esfinge fue descripta antes de descubrirla, nada menos que por Charles Darwin, quien observando cierta variedad de orquídeas, predijo que debía existir una especie de insecto –que caracterizó como mariposa– con una trompa tan larga como para llegar al polen y permitir su reproducción. El insecto fue avistado a principios del siglo XX –cuarenta años más tarde de que Darwin lo predijera– y mostraba una trompa de 30 centímetros de longitud. En su nombre científico se agregó el término “praedicta”, que significa predicha, en honor al científico.
En 1887, un ejemplar de calamar gigante quedó varado en las costas de Nueva Zelanda. Se trataba de una hembra de 18 metros de largo. Luego, numerosos ejemplares han sido encontrados en distintas costas o en las profundidades marinas, el mayor con una longitud cercana a los 22 metros. Es un cefalópodo que vive en aguas profundas y cuyo tamaño promedio oscila entre los 4 y 13 metros. Para los criptozoólogos, son una muestra de la existencia del kraken, el calamar gigante de los escandinavos, con tentáculos de más de 30 metros.
El celacanto es un pez de aletas lobuladas que se creía extinto en el período Cretácico (hace unos 100 millones de años) hasta que fue capturado un ejemplar en las costas de Sudáfrica, en 1940. Datan del período Devónico (400 millones de años atrás) y la mayor cantidad de fósiles encontrados previamente, tienen una antigüedad de 350 millones de años. Junto con los peces pulmonados, son los seres vivos marinos más cercanos a los vertebrados terrestres, algo así como el eslabón perdido en el pasaje de la vida desde los mares a la superficie.
El okapi, por último, es el pariente vivo más cercano a la jirafa, similar a los jiráfidos que poblaron el Mioceno, hace unos 15 millones de años. Hasta su avistaje, en 2006, sólo se contaba con las descripciones de los nativos pigmeos del Congo y algunas pieles rescatadas. Se trata de un animal similar a un asno de color pardo-rojizo con rayas blancas y negras en las patas y cuartos traseros, que se lo consideraba extinto. Su figura es el emblema de la Sociedad Internacional de Criptozoología, pese a no haber sido descubierto –ni descripto previamente– por alguno de sus miembros.
Vox populi, vox dei
Se atribuye al zoólogo belga Bernard Heuvelmans (1916-2001) la invención del término criptozoología, a la que definió como “el estudio de los animales sobre cuya existencia sólo poseemos evidencia circunstancial y testimonial, o bien evidencia material considerada insuficiente por la mayoría”. Su libro “Tras la pista de animales desconocidos” es considerado el texto iniciador de la disciplina, aunque él mismo se lo atribuye al holandés Anthonid Oudemans, que en 1892 publicó el estudio “La gran serpiente marina”.
Heuvelmans preconizó que la criptozoología debía ser practicada con rigor científico, pero también con una actitud abierta e interdisciplinaria, dando a estos términos un sentido ajeno al de “rigor científico”, indicando además que se debía prestar especial atención a las tradiciones y creencias populares sobre las criaturas en estudio. “Aunque suelen estar cubiertas de elementos fantásticos e inverosímiles, las leyendas populares pueden contener alguna parte de verdad que pudiera ayudar a guiar la investigación de los informes sobre animales inusuales”, afirmó.
Como mencionábamos, el okapi, que por años fue conocido sólo por los relatos recopilados de los pigmeos congoleños, es usado como emblema de la Sociedad Internacional de Criptozoología, al que toman como todo un símbolo de especies que existieron antes en la tradición popular que en la literatura científica.
Actualmente, la criptozoología está en auge. Hay muchas páginas en la web de aficionados a los misterios y seguidores de esta disciplina, y numerosas empresas privadas y organismos públicos promocionan y apoyan económicamente a los criptozoólogos como un medio para vender sus productos o atraer turistas.
Discusiones científicas, y no tanto
La gran mayoría de los científicos critican a la criptozoología, a la que consideran una pseudociencia. Veamos algunos de sus argumentos, y la defensa de sus cultores.
Se alega que a veces los criptozoólogos modifican radicalmente las características de seres mitológicos o legendarios para hacerlas cuadrar con los rasgos de animales extintos y así darles verosimilitud, como en el caso del mapinguarí: los nativos de las selvas de Brasil y Bolivia lo describen como un monstruo humanoide horripilante que da fuertes gritos, tiene los pies vueltos del revés y posee una boca hedionda en el abdomen. Para los criptozoólogos, sin embargo, es un tímido y asustadizo megaterio.
También se recuerda que los criptozoólogos nunca han descubierto realmente un solo críptido ni hallado pruebas científicamente convincentes de su existencia, mientras que los zoólogos encuentran cada año cientos de especies nuevas, y que por ello, la criptozoología pretende hacer suyos ciertos descubrimientos de la zoología, y darles las características de un críptido.
Según los criptozoólogos, esa afirmación denota, o bien un absoluto desconocimiento de la historia de la zoología, o bien simple mala fe. Según ellos el problema de fondo radica en que la criptozoología, por su propia definición, es la única disciplina cuyos éxitos disminuyen su campo de aplicación: toda nueva especie descripta sale automáticamente de la criptozoología para entrar en la zoología. Un caso que se suele citar como descubrimiento de un críptido es el del kraken, que según ellos corresponde a los calamares gigantes. Pero las dimensiones y los hábitos alimenticios distan mucho de permitirles a dichos habitantes marinos poder envolver un barco y mucho menos comerse a los marineros.
Otra crítica. Cuando se aplica el método científico en una investigación, se debe estar dispuesto a descartar una hipótesis cuando no se cumplen las predicciones. Los criptozoólogos, por el contrario, mantienen sus creencias indefinidamente, sin que los resultados negativos les afecten.
La falta de evidencias a la hora de encontrarlos se justifica con explicaciones tales como “es un animal tímido”, “se esconde en áreas poco exploradas” o “su población es muy escasa”. Igualmente, de forma equivocada, hay “críptidos” originados en el folklore a los que se les asignan nombres zoológicos, violando las normas de la nomenclatura zoológica, se les describe y se les identifica con animales fósiles, etc; todo ello sin pruebas sólidas de su existencia.
Producto de lo mencionado anteriormente, en numerosas ocasiones, sucede que varios de los criptozoólogos no aceptan los argumentos científicos que van en contra de muchas de las presuntas pruebas que tendrían. Ejemplo de ello es lo que sucede con las supuestas huellas del Yeti, las muestras de pelo del Orank pendek (un homínido de baja estatura que viviría en Sumatra), o los numerosos videos y fotografías de las criaturas lacustres, que han sido descartados como pruebas científicas.
Además una de las grandes dificultades con los que cuenta la criptozoología es que resulta imposible desde un punto de vista racional y científico el demostrar la existencia de ciertos animales singulares. La explicación es sencilla: aquellos que mantienen la existencia de seres folklóricos o mitológicos como el monstruo del Lago Ness o Pie Grande, olvidan que la existencia de un único individuo de una especie de forma indefinida en la naturaleza, es genética y naturalmente imposible. Es necesaria una población mínima de individuos de una especie para conseguir la reproducción y asegurar la necesaria diversidad genética que les haga subsistir en su medio. Así, al admitir la existencia de “Nessie” por ejemplo, se estaría admitiendo implícitamente la existencia no de un sólo individuo sino de una población genéticamente viable de estos supuestos seres.
A partir de la creencia de que existe un ser único que conforme en sí mismo una especie, como el Yeti, muchas sociedades criptozoológicas adhieren a su vez a las teorías del creacionismo y, por lo tanto, no aceptan las evidencias de extinción o cambios.
La búsqueda es el camino
Cazadores de animales inexistentes, buscadores de elíxires u objetos sagrados o legendarios, exégetas de historias que nunca sucedieron, denunciadores de conspiraciones que jamás se llevaron a cabo.
La historia de la humanidad, especialmente a partir del siglo XX, está plagada de personajes, agrupaciones y sociedades más o menos visibles, que han modelado hipótesis, teorías y hasta verdaderos compendios pseudo científicos, no ya para explicar algo que se les presenta inexplicable o difícil de entender, sino para lanzarse a la búsqueda de cosas que en muchos casos ellos mismos imaginaron y les dieron entidad.
Las nuevas tecnologías de la comunicación, la web y las redes sociales, son campo fértil para que los que antes estaban aislados se encuentren y se potencien, renovando así sus creencias.
En todos, el elemento central no es el saber, sino la búsqueda en sí misma, que actúa como un motor que da vida y razón de ser a su existencia.
No importa si es Pie Grande, el Santo Grial, extraterrestres camuflados como humanos o santos en el infierno. Lo esencial es que puedan ser descriptos, que haya alguna leyenda que los sustente y que, por encima de todo, se tenga la profunda certeza de que nunca se lo encontrará.
Porque el objetivo es la búsqueda, que purifica y da sentido a la vida.
Los críptidos más buscados
En la lista de críptidos se enumeran los hipotéticos animales actuales que estudia y busca la criptozoología que, según sus partidarios, estarían quedando fuera de los catálogos de zoología contemporánea. Su objetivo es la búsqueda de supuestos animales considerados extintos o desconocidos para la ciencia, pero presentes en la mitología y el folklore. Estos supuestos animales vivientes son denominados «críptidos».
Este es un listado de los críptidos más conocidos:
Lacustres: Monstruo del lago Champlain, Monstruo del lago Ness, Nahuelito, Ogopogo, Manipogo, Kelpie, Waitoreke, Tortuga gigante lacustre, Storsjoodjviet, Vasstrollet, Tessie, South Bay Bessie, Igopogo, Zigua, Champ, Monstruo del lago Tianchi, Mokèlé-mbèmbé, Na-Dene, Monstruo Goshi-Narotig
Marinos: Kraken, Serpiente marina, Medusa gigante, Morgawr, Cadborosaurus willsi, Leviatán.
Terrestres: Bestia de Gévaudan, Bestia negra de Exmoor, Bunyip, Aka Allghoi Khorhoi, Chupacabras, Mokele-Mbembe, Mapinguarí, Emela-ntouka, Roa-roa, Oso Nandi, Shunka Warakin, Elefante pigmeo, Nunda, Hogzilla, Tatzewurm, Olgoi-jorjoi, Omajinaakoos, Sapo gigante de San Vicente
Humanoides: Barmanu, Humanzee, Pombero, Madremonte o Arkabuko, Orang Pendek, Pie Grande, Jucumari, Mohán, Yeti, Wendigo, Chuchuna, Orang Pendek, Yowie, Hibagon, Almas, Neandertal, Nguoi Rung, Yeren, Bar-manu, Kaki-besar, Batutut, Kung-lu, Bhanjakri, Vele, Mono rei, Sisimite, Koolokamba, Ulak, Shiru, Vasitri, Dwendi, Didi, Agogwe, Nanauner, Kikomba, Muhalu, Basajaun.
Otros: Kongamato, Saetón, Piasa, Pájaro del trueno, Rods.
La criptozoología (del griego cryptos, oculto, zoos, animal, y logos, estudio; literalmente, “el estudio de los animales ocultos”) es la disciplina que domina el estudio y búsqueda de hipotéticos animales actuales denominados “críptidos”; los que, según sus acólitos, estarían quedando fuera de los catálogos de zoología contemporánea.
Los criptozoólogos buscan, en resumen, animales considerados extintos o desconocidos para la ciencia, pero presentes en la mitología y el folklore, algunos de los cuales con presencia en el andamiaje cultural de pueblos sin contacto entre sí.
El principio básico de la criptozoología, es dar como un hecho la existencia real de los críptidos, ya que algunas de las características que presentarían estos animales hacen creer que hay posibilidades de que estas criaturas existan.
Pero la criptozoología también se dedica al estudio de presuntos animales desconocidos, para lo que cuenta con una larga lista de testimonios e historias que los mencionan a través del tiempo, y que en algunos casos son reportados por algunos supuestos testigos que informaron avistamientos ocasionales entregando una descripción coincidente con las características de animales extintos.
Antiguamente, se asociaba a la criptozoología exclusivamente con las criaturas mitológicas presentes en mitos y leyendas, pero en realidad sus cultores sólo buscan aquellos críptidos que puedan ser calificados como tales, es decir, que presenten características descriptivas que hagan verosímil su existencia, que cuenten con testigos que afirmen haberlos avistado a ellos o a sus huellas, o que se trate de animales considerados extintos hace ya muchos miles de años. El famoso Monsotruo del lago Ness, el popular Pie Grande o el Nahuelito, entran en esta categoría, al igual que el elefante pigmeo (un elefante que cabría en la palma de la mano) o el kraken, un pulpo o calamar gigantesco, que según los escandinavos atacaba los barcos y se comía a sus tripulantes.
Al amparo de internet y las redes sociales, los criptozoólogos, que en su gran mayoría actuaban en forma aislada, han ido reuniéndose en páginas y sitios de divulgación, y hoy existen muchísimos foros en los que comparan notas y comparten sus hallazgos, que en su visión los acercan cada vez más al avistaje de esos seres que son negados por la ciencia.
Encuentros y desencuentros
La criptozoólogos reclaman para sí ciertos descubrimientos de la zoología tradicional hechos hace relativamente poco tiempo, aunque no hayan sido logrados por ellos, y los muestran como base para dar continuidad a su disciplina.
Igualmente, la criptozoología propone dentro de su ámbito a ciertos descubrimientos realizados por zoólogos regulares o por simple casualidad, los cuales son citados y utilizados como justificación de su disciplina.
Entre estos descubrimientos, los más conocidos son la mariposa esfinge de Morgan, el calamar gigante, el celecanto y el okapi.
La mariposa esfinge fue descripta antes de descubrirla, nada menos que por Charles Darwin, quien observando cierta variedad de orquídeas, predijo que debía existir una especie de insecto –que caracterizó como mariposa– con una trompa tan larga como para llegar al polen y permitir su reproducción. El insecto fue avistado a principios del siglo XX –cuarenta años más tarde de que Darwin lo predijera– y mostraba una trompa de 30 centímetros de longitud. En su nombre científico se agregó el término “praedicta”, que significa predicha, en honor al científico.
En 1887, un ejemplar de calamar gigante quedó varado en las costas de Nueva Zelanda. Se trataba de una hembra de 18 metros de largo. Luego, numerosos ejemplares han sido encontrados en distintas costas o en las profundidades marinas, el mayor con una longitud cercana a los 22 metros. Es un cefalópodo que vive en aguas profundas y cuyo tamaño promedio oscila entre los 4 y 13 metros. Para los criptozoólogos, son una muestra de la existencia del kraken, el calamar gigante de los escandinavos, con tentáculos de más de 30 metros.
El celacanto es un pez de aletas lobuladas que se creía extinto en el período Cretácico (hace unos 100 millones de años) hasta que fue capturado un ejemplar en las costas de Sudáfrica, en 1940. Datan del período Devónico (400 millones de años atrás) y la mayor cantidad de fósiles encontrados previamente, tienen una antigüedad de 350 millones de años. Junto con los peces pulmonados, son los seres vivos marinos más cercanos a los vertebrados terrestres, algo así como el eslabón perdido en el pasaje de la vida desde los mares a la superficie.
El okapi, por último, es el pariente vivo más cercano a la jirafa, similar a los jiráfidos que poblaron el Mioceno, hace unos 15 millones de años. Hasta su avistaje, en 2006, sólo se contaba con las descripciones de los nativos pigmeos del Congo y algunas pieles rescatadas. Se trata de un animal similar a un asno de color pardo-rojizo con rayas blancas y negras en las patas y cuartos traseros, que se lo consideraba extinto. Su figura es el emblema de la Sociedad Internacional de Criptozoología, pese a no haber sido descubierto –ni descripto previamente– por alguno de sus miembros.
Vox populi, vox dei
Se atribuye al zoólogo belga Bernard Heuvelmans (1916-2001) la invención del término criptozoología, a la que definió como “el estudio de los animales sobre cuya existencia sólo poseemos evidencia circunstancial y testimonial, o bien evidencia material considerada insuficiente por la mayoría”. Su libro “Tras la pista de animales desconocidos” es considerado el texto iniciador de la disciplina, aunque él mismo se lo atribuye al holandés Anthonid Oudemans, que en 1892 publicó el estudio “La gran serpiente marina”.
Heuvelmans preconizó que la criptozoología debía ser practicada con rigor científico, pero también con una actitud abierta e interdisciplinaria, dando a estos términos un sentido ajeno al de “rigor científico”, indicando además que se debía prestar especial atención a las tradiciones y creencias populares sobre las criaturas en estudio. “Aunque suelen estar cubiertas de elementos fantásticos e inverosímiles, las leyendas populares pueden contener alguna parte de verdad que pudiera ayudar a guiar la investigación de los informes sobre animales inusuales”, afirmó.
Como mencionábamos, el okapi, que por años fue conocido sólo por los relatos recopilados de los pigmeos congoleños, es usado como emblema de la Sociedad Internacional de Criptozoología, al que toman como todo un símbolo de especies que existieron antes en la tradición popular que en la literatura científica.
Actualmente, la criptozoología está en auge. Hay muchas páginas en la web de aficionados a los misterios y seguidores de esta disciplina, y numerosas empresas privadas y organismos públicos promocionan y apoyan económicamente a los criptozoólogos como un medio para vender sus productos o atraer turistas.
Discusiones científicas, y no tanto
La gran mayoría de los científicos critican a la criptozoología, a la que consideran una pseudociencia. Veamos algunos de sus argumentos, y la defensa de sus cultores.
Se alega que a veces los criptozoólogos modifican radicalmente las características de seres mitológicos o legendarios para hacerlas cuadrar con los rasgos de animales extintos y así darles verosimilitud, como en el caso del mapinguarí: los nativos de las selvas de Brasil y Bolivia lo describen como un monstruo humanoide horripilante que da fuertes gritos, tiene los pies vueltos del revés y posee una boca hedionda en el abdomen. Para los criptozoólogos, sin embargo, es un tímido y asustadizo megaterio.
También se recuerda que los criptozoólogos nunca han descubierto realmente un solo críptido ni hallado pruebas científicamente convincentes de su existencia, mientras que los zoólogos encuentran cada año cientos de especies nuevas, y que por ello, la criptozoología pretende hacer suyos ciertos descubrimientos de la zoología, y darles las características de un críptido.
Según los criptozoólogos, esa afirmación denota, o bien un absoluto desconocimiento de la historia de la zoología, o bien simple mala fe. Según ellos el problema de fondo radica en que la criptozoología, por su propia definición, es la única disciplina cuyos éxitos disminuyen su campo de aplicación: toda nueva especie descripta sale automáticamente de la criptozoología para entrar en la zoología. Un caso que se suele citar como descubrimiento de un críptido es el del kraken, que según ellos corresponde a los calamares gigantes. Pero las dimensiones y los hábitos alimenticios distan mucho de permitirles a dichos habitantes marinos poder envolver un barco y mucho menos comerse a los marineros.
Otra crítica. Cuando se aplica el método científico en una investigación, se debe estar dispuesto a descartar una hipótesis cuando no se cumplen las predicciones. Los criptozoólogos, por el contrario, mantienen sus creencias indefinidamente, sin que los resultados negativos les afecten.
La falta de evidencias a la hora de encontrarlos se justifica con explicaciones tales como “es un animal tímido”, “se esconde en áreas poco exploradas” o “su población es muy escasa”. Igualmente, de forma equivocada, hay “críptidos” originados en el folklore a los que se les asignan nombres zoológicos, violando las normas de la nomenclatura zoológica, se les describe y se les identifica con animales fósiles, etc; todo ello sin pruebas sólidas de su existencia.
Producto de lo mencionado anteriormente, en numerosas ocasiones, sucede que varios de los criptozoólogos no aceptan los argumentos científicos que van en contra de muchas de las presuntas pruebas que tendrían. Ejemplo de ello es lo que sucede con las supuestas huellas del Yeti, las muestras de pelo del Orank pendek (un homínido de baja estatura que viviría en Sumatra), o los numerosos videos y fotografías de las criaturas lacustres, que han sido descartados como pruebas científicas.
Además una de las grandes dificultades con los que cuenta la criptozoología es que resulta imposible desde un punto de vista racional y científico el demostrar la existencia de ciertos animales singulares. La explicación es sencilla: aquellos que mantienen la existencia de seres folklóricos o mitológicos como el monstruo del Lago Ness o Pie Grande, olvidan que la existencia de un único individuo de una especie de forma indefinida en la naturaleza, es genética y naturalmente imposible. Es necesaria una población mínima de individuos de una especie para conseguir la reproducción y asegurar la necesaria diversidad genética que les haga subsistir en su medio. Así, al admitir la existencia de “Nessie” por ejemplo, se estaría admitiendo implícitamente la existencia no de un sólo individuo sino de una población genéticamente viable de estos supuestos seres.
A partir de la creencia de que existe un ser único que conforme en sí mismo una especie, como el Yeti, muchas sociedades criptozoológicas adhieren a su vez a las teorías del creacionismo y, por lo tanto, no aceptan las evidencias de extinción o cambios.
La búsqueda es el camino
Cazadores de animales inexistentes, buscadores de elíxires u objetos sagrados o legendarios, exégetas de historias que nunca sucedieron, denunciadores de conspiraciones que jamás se llevaron a cabo.
La historia de la humanidad, especialmente a partir del siglo XX, está plagada de personajes, agrupaciones y sociedades más o menos visibles, que han modelado hipótesis, teorías y hasta verdaderos compendios pseudo científicos, no ya para explicar algo que se les presenta inexplicable o difícil de entender, sino para lanzarse a la búsqueda de cosas que en muchos casos ellos mismos imaginaron y les dieron entidad.
Las nuevas tecnologías de la comunicación, la web y las redes sociales, son campo fértil para que los que antes estaban aislados se encuentren y se potencien, renovando así sus creencias.
En todos, el elemento central no es el saber, sino la búsqueda en sí misma, que actúa como un motor que da vida y razón de ser a su existencia.
No importa si es Pie Grande, el Santo Grial, extraterrestres camuflados como humanos o santos en el infierno. Lo esencial es que puedan ser descriptos, que haya alguna leyenda que los sustente y que, por encima de todo, se tenga la profunda certeza de que nunca se lo encontrará.
Porque el objetivo es la búsqueda, que purifica y da sentido a la vida.
Los críptidos más buscados
En la lista de críptidos se enumeran los hipotéticos animales actuales que estudia y busca la criptozoología que, según sus partidarios, estarían quedando fuera de los catálogos de zoología contemporánea. Su objetivo es la búsqueda de supuestos animales considerados extintos o desconocidos para la ciencia, pero presentes en la mitología y el folklore. Estos supuestos animales vivientes son denominados «críptidos».
Este es un listado de los críptidos más conocidos:
Lacustres: Monstruo del lago Champlain, Monstruo del lago Ness, Nahuelito, Ogopogo, Manipogo, Kelpie, Waitoreke, Tortuga gigante lacustre, Storsjoodjviet, Vasstrollet, Tessie, South Bay Bessie, Igopogo, Zigua, Champ, Monstruo del lago Tianchi, Mokèlé-mbèmbé, Na-Dene, Monstruo Goshi-Narotig
Marinos: Kraken, Serpiente marina, Medusa gigante, Morgawr, Cadborosaurus willsi, Leviatán.
Terrestres: Bestia de Gévaudan, Bestia negra de Exmoor, Bunyip, Aka Allghoi Khorhoi, Chupacabras, Mokele-Mbembe, Mapinguarí, Emela-ntouka, Roa-roa, Oso Nandi, Shunka Warakin, Elefante pigmeo, Nunda, Hogzilla, Tatzewurm, Olgoi-jorjoi, Omajinaakoos, Sapo gigante de San Vicente
Humanoides: Barmanu, Humanzee, Pombero, Madremonte o Arkabuko, Orang Pendek, Pie Grande, Jucumari, Mohán, Yeti, Wendigo, Chuchuna, Orang Pendek, Yowie, Hibagon, Almas, Neandertal, Nguoi Rung, Yeren, Bar-manu, Kaki-besar, Batutut, Kung-lu, Bhanjakri, Vele, Mono rei, Sisimite, Koolokamba, Ulak, Shiru, Vasitri, Dwendi, Didi, Agogwe, Nanauner, Kikomba, Muhalu, Basajaun.
Otros: Kongamato, Saetón, Piasa, Pájaro del trueno, Rods.
Criaturas pseudocriptozoológicas
También existe otro grupo de criaturas a las que popularmente aún se identifica como críptidos, pero que la mayoría de los criptozoólogos modernos descartan que pertenezcan a su área de estudio, debido a que no presentan todas las características necesarias para ser consideradas como críptidas, tales como el mantener relatos constantes de su presencia a través del tiempo.
Estas criaturas son consideradas más forteanas o apropiadas para su estudio por parte de la parapsicología.
Entre ellas se mencionan: Diablo de Jersey, Hombre polilla o Mothman, Mujer alada de Vietnam, Tigre alado de China, Bestia de Loveland, Kasai rex, Demonio de Dover, Reptil Humanoide.
Criaturas criptozoológicas falsasIgualmente en la criptozoología, con frecuencia existen falsificaciones de supuestas criaturas que en algún momento fueron consideradas como críptidos, pero después de un tiempo se descubrió su inexistencia. Ejemplos de ello son el Gnomo de Gerona, los Sirenos y el Monstruo de Ras El-Khaimah.
Entre ellas se mencionan: Diablo de Jersey, Hombre polilla o Mothman, Mujer alada de Vietnam, Tigre alado de China, Bestia de Loveland, Kasai rex, Demonio de Dover, Reptil Humanoide.
Criaturas criptozoológicas falsasIgualmente en la criptozoología, con frecuencia existen falsificaciones de supuestas criaturas que en algún momento fueron consideradas como críptidos, pero después de un tiempo se descubrió su inexistencia. Ejemplos de ello son el Gnomo de Gerona, los Sirenos y el Monstruo de Ras El-Khaimah.
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