martes, 7 de mayo de 2019

La última estrella

La isla de los Estados en una franja de tierra alargada en la que la cordillera de los Andes abandona el continente y se hunde en el mar. Recorrida por numerosas naves piratas, de guerra, mercantes y científicas, durante algún tiempo se creyó que era una península de un continente del que ya los griegos hablaban.



La isla de los Estados está ubicada en el sur del océano Atlántico, 24 kilómetros al este de la península Mitre, punto más oriental de la isla Grande de Tierra del Fuego, de la que la separa el estrecho de Le Maire.

La isla y sus islotes circundantes son parte de la provincia de Tierra del Fuego, más precisamente del departamento Ushuaia. Fue declarada por el gobierno fueguino reserva provincial ecológica, histórica y turística en setiembre de 1991, pocos meses después de sancionarse la Constitución de la provincia más joven de Argentina.

Justamente por haber sido declarada reserva, el acceso a la isla está restringido a los contingentes turísticos que la visitan, quienes están obligados a pernoctar en la embarcación que los traslada. El archipiélago en su totalidad es de propiedad de la Armada argentina.


La última montaña

La isla de los Estados tiene forma alargada en dirección este – oeste. En ese sentido, su longitud a lo largo es de 65 kilómetros, y llega a los 16 kilómetros de ancho como máximo, y a 500 metros como mínimo.

En sus 534 kilómetros cuadrados (poco más del doble que la ciudad de Buenos Aires), encierra una accidentada orografía, con costas recortadas por fiordos y bahías. La altura más alta es el monte Bove, de 823 metros sobre el nivel del mar (msnm), al que acompañan alturas cercanas a los 800 msnm, que representan los últimos picos de la cordillera de los Andes antes de hundirse en el mar. El relieve fue tallado por la acción directa de los glaciares del Pleistoceno (hace 2,5 millones de años), a la que se sumaron los movimientos tectónicos, ya que la isla se encuentra en el límite de las placas Sudamericana y de Scotia.

Gobernada por un clima perhúmedo (es decir, sin época seca), con un promedio de 2.000 milímetros de lluvias anuales, la isla de los Estados contiene varias entradas del mar. En su costa norte, los accidentes más importantes, de oeste a este, son las bahías Crossley, Balmaceda, Flinders, San Antonio y Colnett. Al sur de la isla se destacan las bahías Franklin, Capitán Cánepa, York, Grant y Blossom.

Los puertos en la costa norte, de oeste a este, son Hoppner, Parry, Presidente Roca, Basil Hall, Año Nuevo, Cook, Pactolus y San Juan de Salvamento, mientras que en la costa sur están los puertos Back o Lencina, Vancouver, Lobo, Heredia y Celular.


Una isla, muchas más

La isla de los Estados está acompañada por otras islas menores e islotes que conforman el denominado Archipiélago de Año Nuevo. De ellas, la mayor es la isla Observatorio, de 4 kilómetros cuadrados de superficie, ubicada a 6.500 metros al norte de ella.

La isla Observatorio forma parte de un grupo al que se integran las islas Elizalde, Zeballos y Alférez Goffre. Otro grupo se halla al sur de la isla, las Dampier, de la cual la mayor es la Barrionuevo y las menores los islotes Azar, Gazal, Gianotti y de Chiara. Al sur de la bahía York se hallan las islas Menzier, grupo formado por las Ruiz, Sánchez, Vargas, Velázquez y más alejado el islote Gatica. El grupo de los islotes 350 pies frente a punta Soria está conformado por los islotes Villegas, Peña, Rojas, Méndez y Maragliano.

Forman también parte del archipiélago los islotes los Tres García (en el estrecho de Le Maire frente a punta Cuchillo), Trípode, isla Mendieta (ambos en bahía Flinders), islote Gemma, islote Montegrosso, roca Ibáñez, y una media centena más.

En la isla principal, la vegetación se compone de bosques de guindos y canelos, con un sotobosque de helechos, líquenes, musgos y arbustos espinosos, como el calafate.

Dentro de su fauna, se destacan en especial las aves y mamíferos marinos que habitan en sus aguas y costas, como pingüinos de varias especies, cetáceos, lobos marinos de uno y dos pelos, nutrias marinas y varias especies de gaviotas, cormoranes y petreles.

En las lagunas interiores se encuentran el huillín o nutria de agua dulce y el pez cuyén o puyén. El hombre, en sucesivas exploraciones, introdujo cabras, en 1868, y ciervos colorados, en 1976. Escondidas en los barcos, lograron arribar y colonizar esta isla las ratas pardas, las que con el tiempo han evolucionado, siendo más peludas y grandes que en otras regiones. Fueron también introducidos conejos y vacas, pero estas últimas no prosperaron.


Una vieja conocida

La isla de los Estados es visible desde la costa de la isla Grande de Tierra del Fuego. Por esa razón, ya figuraba en leyendas de los nativos onas y haush. Estos últimos la llamaban Jaius o Jaiwesen, en tanto que los onas la conocían como Kéoin Harri o Keoin Hurr, y los yámanas la llamaban Chuainisin.

Entre enero y febrero de 1982, la etnóloga francesa Anne Chapman realizó excavaciones en la zona de bahía Crossley, hallando evidencias de presencia humana que se habría producido entre los años 300 aC y el 500 dC. Es probable que esa presencia humana haya sido de los yámanas, que habitualmente navegaban en canoas los canales fueguinos.

El 24 de enero de 1616, el barco holandés Eendracht, bajo las órdenes de Willem Schouten y con el explorador de ese país, Jacob Le Maire entre sus tripulantes, realizó una circunvalación al globo terráqueo, en el que se descubrió esta isla y la conexión del Atlántico y el Pacífico a través del Cabo de Hornos, demostrándose así que Tierra del Fuego no era un continente que se extendía hacia el sur, sino una isla.

Los marinos bautizaron a la isla de los Estados, Statenlant, en honor al parlamento de los Países Bajos, Staten.

En su bitácora, la describieron como “la silueta alargada de una tierra oscura, de montañas afiladas”, y la cruzaron a través del estrecho que desde entonces llevó el nombre del explorador Le Maire, creyéndola en ese momento como parte de una zona aún desconocida, que figuraba en los mapas como Terra Australis Incognita, un continente imaginario con orígenes que ya mencionaban los griegos Aristóteles y Eratóstenes.

Tres años después, en 1619, arribaron al estrecho las naves comandadas por los hermanos Nogal, que habían sido enviadas por la corona española para verificar el descubrimiento de Schouten.

En 1924, hizo lo propio la expedición holandesa denominada Flota de Nassau, de once barcos, comandada por Jacques de Clerck, conocido como Jacques L’Hermite (el heremita), con cuyo nombre se bautizó al archipiélago chileno ubicado frente al Cabo de Hornos. L’Hermite se dirigía al puerto del Callao, para atacar a la colonia española allí asentada, como parte de las luchas que mantenía el príncipe holandés Mauricio de Nassau con el reinado español.

Una vez llegado al estrecho de Le Maire, los fuertes vientos le impidieron avanzar, por lo que recorrió y levantó datos cartográficos de las costas fueguinas por un mes entero. Con los vientos propicios, retomó su viaje, y finalizó sus días frente al Callao, donde el escorbuto y la disentería, que venían diezmando a su tropa, terminó con su vida.

Recién en 1643, 24 años después de su descubrimiento, se hizo el primer relevamiento completo de la isla de los Estados. Estuvo a cargo de otro holandés, Hendrick Brouwer, que la circunnavegó confirmando que era una isla y no una larga península de la Terra Australis Incognita. Brouwer la describió como “un reducido bastión de roca azotado por el oleaje y los vientos del polo”.

A partir de 1701, buques franceses la recorrieron y desembarcaron en ella en distintas expediciones a lo largo de una década, ampliando su conocimiento y dando nombre a varios de sus accidentes.

Los registros indican que en 1787, el británico James Colnett realizó la primera explotación conocida de pieles de lobo y grasa de pingüinos en la isla, en tanto que en 1790, el bergantín norteamericano Hancock recaló en la isla dando muerte a una enorme cantidad de lobos y elefantes de mar.

El primer relevamiento de fauna y flora lo realizó la expedición francesa de Luis Duperrey, en 1822.


Presencia nacional

En 1823, el argentino Luis Vernet, que pocos años después gobernaría las Malvinas, exploró la isla e instaló un aserradero en la bahía Flinders. Un decreto del gobierno de Buenos Aires del 5 de enero de 1828 le concedió la isla para colonizarla, aunque reservándose 10 leguas (unos 45 kilómetros).

Vernet estableció ese mismo año una lobería en Puerto Hopner. La isla de los Estados fue incluida dentro de la Comandancia Política y Militar Malvinas creada en 1929 por Juan Manuel de Rosas, y el propio Vernet fue su comandante, en cuya condición mandó construir ese mismo año algunos refugios en Puerto Cook. Al finalizar su mandato en 1932, como consecuencia del ataque de la goleta norteamericana Lexinton, la isla de los Estados fue abandonada.

Paralelamente, expediciones científicas habían aumentado el conocimiento del lugar. En 1828, el británico Kendal de la tripulación del HMS Beagle, realizó un completo relevamiento de la isla. Ese mismo año, otra expedición británica al mando de Henry Foster realizó una completa cartografía y dio nombre a la mayoría de sus accidentes geográficos, tales como fiordos Hoppner, Parry, Basil Hall, Cook y Vancouver, bahía y el cabo Colnett, bahía Blossom, bahía York, etc.

Finalmente, en 1832, la isla fue visitada por Charles Darwin en su famoso viaje a bordo del HMS Beagle.

Conocedor de lo peligroso de los mares circundantes, el comandante Luis Piedra Buena, quien había rescatado ya a un grupo de náufragos alemanes, construyó en 1862 un refugio cerca de la bahía llamada Puerto Cook. Piedra Buena gestionó durante varios años la extracción de aceite de foca y de pingüino en la isla a la que había arribado por primera vez en 1847 e izado la bandera argentina en 1859.


Asentamiento argentino

El 6 de octubre de1868, mediante la ley Nº 269, el Estado argentino concedió a Piedra Buena la propiedad de la isla de los Estados como reconocimiento a sus labores humanitarias y de afirmación de la soberanía argentina en las tierras australes. En 1869, Piedra Buena hizo construir un refugio en la bahía Rockery Penguin para iniciar actividades de explotación.

En febrero de 1873, Piedra Buena zarpó del puerto de Punta Arenas en el pailebote Espora, para establecer su soñada lobería en la isla de los Estados. A los pocos días fondeó en la bahía Hoppner, llamada también de las Nutrias, en el extremo sudoeste de la isla. Allí, sobre la costa, instaló Piedra Buena su factoría, empezando en seguida la trabajosa matanza, en la que tomaban parte los ocho tripulantes. Tras una fuertísima tempestad que duró varios días, el 10 de marzo el Espora, ya sin velas y barrida su cubierta por los embates del viento, escoró y se hundió. Y a partir de allí se desarrolló una de las más famosas epopeyas del marino argentino, quien al cabo de tres meses y un día, se hizo de nuevo a la mar en el cutter Luisito, la nave que construyó con los restos del Espora, junto a sus siete compañeros, con la sola ayuda de una sierra y dos hachas de mano.

El gobierno de Buenos Aires estableció en 1878 la Gobernación de la Patagonia, cuyo territorio nominal se extendía desde el Cabo de Hornos, incluyendo la isla de los Estados, “hasta los límites de las tierras nacionales situadas al exterior de las fronteras de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, San Luis y Mendoza”

Con la firma en 1881 del Tratado de Límites entre Argentina y Chile, se estableció que pertenecían a la República Argentina “la isla de los Estados y los islotes próximamente inmediatos a ésta”, finalizando la nominal reclamación chilena sobre la isla.

En 1881 llegó a la isla de los Estados la expedición argentino-italiana de Santiago Bove al mando de Piedra Buena, que recaló por dos meses en la bahía Rockery Penguin renombrándola Puerto Roca en homenaje a quien patrocinó la expedición. Realizaron trabajos hidrográficos y geológicos, midieron las alturas de algunas montañas y las escalaron.

El 17 de abril de 1884 llegó a San Juan del Salvamento una expedición naval argentina (División Expedicionaria al Atlántico Sur) al mando del comodoro Augusto Lasserre, quien hizo construir edificios para establecer una estación de Salvamento y subprefectura, un muelle y cuadras para presos militares.

El 25 de mayo de 1884, Lasserre inauguró el Faro de San Juan de Salvamento y la Subprefectura Marítima en la Isla de los Estados. El faro funcionó hasta 1902 que fue reemplazado por el de Isla de Año Nuevo (octubre de 1902), dado los naufragios que ocasionó. El Faro de San Juan es más conocido como “el faro del fin del mundo”, y su historia de naufragios inspiró a Julio Verne la novela homónima, publicada en 1905.

El 26 de setiembre Lasserre continuó hacia Ushuaia, dejando una guarnición de 24 hombres y 10 presos militares trasladados desde Buenos Aires, que tenían oficios acorde a las necesidades como carpintería, cocina, etc.

El 25 de julio de 1890 fue creada una estafeta postal en San Juan del Salvamento, donde se contaba, cinco años más tarde, con una población de 154 personas. En marzo de 1899 la subprefectura y el presidio militar fueron trasladados a Puerto Cook.


Abandono de la isla

El Faro San Juan de Salvamento se clausuró el 30 de setiembre de 1902, y en diciembre de ese año se trasladó a Ushuaia la prisión militar, desmantelándose todos los edificios entre 1903 y 1904. A finales de ese año se estableció en Puerto Cook una industria de grasería y saladero de cueros, pero poco después fue abandonada.

En 1909, la Nación creó el Territorio Nacional de Tierra del Fuego y determinó que el archipiélago quedaba dentro del Departamento Isla de los Estados. Tres años después, el Estado compró la isla a los herederos de Piedra Buena y más tarde, en 1936, el presidente Agustín Justo dispuso su reserva “con fines de utilidad pública y con destino a las necesidades del Ministerio de Marina, la totalidad de la superficie que constituye la Isla denominada de los Estados e islotes de su litoral, adyacentes, inclusive el grupo de islas de Año Nuevo”. La isla pasó así al dominio de la Armada Argentina.

Desde el 4 de octubre de 1978, los únicos habitantes de la isla son los militares instalados en el Puesto de Vigilancia y Control de Tránsito Marítimo “Comandante Luis Piedra Buena” que la Armada tiene en Puerto Parry. Es el único sitio habitado y su función es custodiar a los barcos que navegan por la zona. Tiene una dotación de cuatro marineros que se rota cada 45 días, posee un helipuerto y estación de comunicaciones. Su establecimiento coincidió con el momento más álgido del conflicto con Chile por el Canal de Beagle.


La última estrella

En 1997, los restos del Faro de San Juan de Salvamento fueron trasladados al Museo Marítimo de Ushuaia por una operación de rescate realizada por el Museo y la Armada Argentina. El ingeniero Mirón Gonik elaboró los planos, a medida que se retiraban sus restos, luego de que colapsara sobre sí mismo.

En el Museo Marítimo de Ushuaia se construyó una maqueta a tamaño real del Faro, conteniendo los restos del original. Finalmente, en 1998, se instaló una réplica del faro en su lugar original de punta Lasserre, en base a la única fotografía existente tomada en 1898 por Adrien de Gerlache de Gomery, explorador polar de origen belga.

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