Hace más de 20 millones de años, existió un mamífero gigantesco –el más grande conocido–, vegetariano, con poca vista y mucho olfato, emparentado con el actual rinoceronte. Su forma y tamaño inspiraron el diseño de uno de los tantos vehículos de la saga Star Wars.
Unos 30 millones de años antes del presente, el clima global era mucho más seco y frío que el de la época precedente, debido a un proceso de enfriamiento iniciado tiempo atrás. Las junglas y los bosques que cubrían el planeta empezaron a abrirse, dejando en su lugar bosquecillos y llanuras abiertas, bastante diferentes de las sabanas actuales, ya que hierba a pesar de estar presente, todavía era muy rara. Por ello, la mayoría de animales que vivían en esas regiones comían arrancando las hojas de los árboles. En el mar, el enfriamiento del clima y la separación de la Antártida y Australia perturbaron drásticamente el flujo de las corrientes oceánicas, causando la extinción de muchas especies marinas.
En el polo sur, la Antártida empezó a transformarse en el desierto helado que es hoy, mientras que el polo norte todavía no estaba cubierto con su casquete polar. Mientras tanto, y a latitudes más bajas, el clima empezó a diferenciarse en diversos tipos. El incremento del gradiente térmico de la Tierra provocó una mayor variación entre los biomas de latitudes diferentes, creando los climas ecuatoriales, tropical, templado y polar que existen actualmente. Mientras tanto, las variaciones en las corrientes atmosféricas del hemisferio norte y el hemisferio sur causaron modificaciones en las aguas próximas en el Ecuador, haciendo que las aguas ricas en nutrientes subieran a la superficie.
En esta época, existió un puente terrestre entre Asia y América del Norte, como parecen comprobarlo las marcadas semejanzas entre las faunas de ambos continentes. El norte de Asia tenía un clima templado, el oeste tenía uno paratropical, el centro y el este clima árido, y el sur tropical. Tanto el norte como el sur del continente estaban cubiertos de vegetación.
Como muchas otras partes del mundo en el período Oligoceno, el centro de Asia se había convertido en una región con grandes cambios estacionales, con una época seca y otra de lluvias. Las hierbas y los arbustos eran las formas vegetales dominantes. Eso condicionó los organismos que habitaban, beneficiando los seres vivos que habían evolucionado para adaptarse a la escasez de agua.
En esas extensas llanuras del centro asiático vivió el paraceraterio (del griego Paraceratherium, “bestia casi cornuda”), un género extinto de mamíferos perisodáctilos (con pezuña de cantidad de dedos impar), cuyos primeros fósiles se descubrieron hace apenas un siglo.
Los paraceraterios son los mamíferos terrestres mayores de todos los tiempos, con una altura de cinco metros y medio desde el suelo a la cruz, y de siete metros y medio a la cabeza, y ocho metros de longitud (sin contar la cola). Las estimaciones del peso varían, pero oscilan en torno a las quince toneladas.
Se supone que están relacionados con los rinocerontes actuales, pero a diferencia del rinoceronte blanco, se alimentaban arrancando las hojas de los árboles. Tampoco tenían cuernos.
Los animales de este género aparecieron en Asia central durante la primera mitad del periodo Oligoceno, hace aproximadamente treinta millones de años, y se extinguieron a mediados del periodo Mioceno, hace 16,6 millones de años.
Cuando el tamaño importaba
Los paraceraterios son los mamíferos terrestres conocidos de mayor tamaño. Los machos eran ligeramente más grandes que las hembras y estaban dotados de un cráneo cóncavo reforzado, cosa que podría indicar que combatían de manera parecida a las jirafas, golpeándose con la cabeza. Como sus parientes, los rinocerontes actuales, su vista no estaba tan desarrollada como el olfato; de hecho, sus pasajes nasales eran mayores que su cerebro.
Se diferencian de otros ceratomorfos (con forma de cuerno) de su tiempo en la forma y posición inusuales de sus dos dientes incisivos superiores, que tienen el aspecto de pequeños colmillos inclinados hacia abajo, en tanto que los incisivos inferiores se inclinaban hacia adelante, lo que le era muy útil para arrancar hojas de los árboles. Su boca también se caracterizaba por la gran movilidad de su labio superior.
Las patas y cuello eran largos, adaptadas para llegar a las hojas más altas de los árboles. Además de permitirles llegar a la vegetación más alta, sus robustas patas les podrían haber servido para defenderse de los depredadores. Una de las diferencias clave entre las patas de los paraceraterios y las de otros ceratomorfos es que las articulaciones del tobillo eran más flexibles.
Debido a su gran tamaño y consecuente menor relación superficie-volumen, es muy probable que tuvieran muy poco pelo y una piel clara como la de los rinocerontes actuales, para facilitar la pérdida de calor y evitar sobrecalentarse. La gestación duraba alrededor de dos años, y al nacer, las crías pesaban aproximadamente media tonelada.
Lobo solitario
Basados en la forma de su cuerpo, el tamaño de su cerebro y teniendo como base los datos conocidos del modo de relación de los rinocerontes, se puede inferir que el paraceraterio era un animal sin el complejo comportamiento social de los elefantes, y que no vivía en manadas.
Las hembras anunciaban que estaban en su período fértil mediante feromonas en el estiércol. En el momento de luchar por el derecho a aparearse con una hembra, los machos rivales combatían embistiéndose el uno en el otro con el cuello y la cabeza, de manera similar a cómo combaten las jirafas. Éste es el motivo por el cual los machos tenían un cráneo más reforzado y más cóncavo que el de las hembra. Los combates podían durar varias horas. El macho triunfante dedicaba mucho menos tiempo al apareamiento, para no someter durante tanto tiempo a la hembra a su gran peso.
Las crías eran amamantadas durante el primer año, y luego empezaban a comer alimento vegetal. Aproximadamente al mismo tiempo, la madre iniciaba otro período fértil. Aunque se quedara embarazada, la madre permitía a su cría quedarse con ella y continuar creciendo a su lado mientras durara la gestación, pero una vez nacida la nueva cría, la separaba, y el vástago, ya con tres años, comenzaba su vida solitaria.
Los paraceraterios contaban con un par de adaptaciones clave que les permitían resistir las áridas condiciones de su hábitat; además de poder permanecer periodos largos sin beber agua, poseían una gran memoria práctica, que les ayudaba a recordar dónde se encontraban los pozos y oasis del desierto. De esta manera, podían reencontrarlos en caso de escasez de agua superficial.
Rastros en la sabana
Los paraceraterios vivieron en las extensas llanuras del centro asiático y compartían ese hábitat con otros animales de gran tamaño, como calicoterios (pariente lejano del caballo, de patas delanteras largas y cuartos traseros cortos), otro grupo de ceratomorfos o entelodontos (relacionados con los cerdos actuales). Los depredadores también eran de grandes dimensiones, con la aparición de los hienodontes (antecedentes de la hiena), un grupo de creodontos y anficiónidos, dos mamíferos carnívoros ya extintos, del tamaño de un bisonte americano.
Se han encontrado restos fósiles de las diferentes especies de Paraceraterio en la India, Kazajistán, Mongolia, Pakistán y China.
Los primeros fósiles fueron descubiertos en Pakistán a la década de 1900, y el hallazgo más reciente tuvo lugar casi un siglo más tarde, cuando se descubrió una nueva especie en Dongxiang, China. El yacimiento más importante de paraceraterios es el de Hsanda Gol, en el desierto de Gobi.
La falta de alimento y los cambios climáticos, llevaron a este gigante de las llanuras asiáticas a extinguirse, hace unos 16 millones de años, y lo que quedaron fueron solo rastros, que han ayudado a los científicos a describir su forma, color, costumbres y ciclo vital. Datos que utilizó el creador de efectos especiales Phil Tippett, como la inspiración para darle forma a los vehículos AT-AT, que fueron presentados en el capítulo “El imperio contraataca” (1980) de la saga “La guerra de las galaxias”.
Cementerios gigantes
La formación de Hsanda Gol es un yacimiento paleontológico situado en la parte mongol del desierto del Gobi, especialmente conocido por su riqueza en fósiles de mamíferos de la época del Oligoceno, entre los que se destacan los más completos conocidos de paraceraterios. Entre éstos últimos se encuentra un esqueleto único de paraceraterio que había muerto de pie, probablemente atrapado en arenas movedizas.
La exploración paleontológica del siglo XIX y principios del siglo XX se concentró principalmente en yacimientos europeos y norteamericanos, como las fosforitas del Quercy o la formación de Hell Creek. Sin embargo Roy Chapman Andrews, del Museo Americano de Historia Natural, consiguió reunir fondos para hacer una expedición al desierto del Gobi, hasta entonces ignorado por los peligros que representaba. Andrews esperaba encontrar allí el eslabón perdido entre los simios y los humanos, pero lo que descubrió fue unos estratos que permitieron ampliar mucho la información conocida sobre la fauna asiática del Oligoceno.
La investigación científica en Hsanda Gol se vio interrumpida en 1930 a causa de la inquietud política de la zona, y el yacimiento no volvió a quedar abierto a los científicos extranjeros hasta 1990.
En el polo sur, la Antártida empezó a transformarse en el desierto helado que es hoy, mientras que el polo norte todavía no estaba cubierto con su casquete polar. Mientras tanto, y a latitudes más bajas, el clima empezó a diferenciarse en diversos tipos. El incremento del gradiente térmico de la Tierra provocó una mayor variación entre los biomas de latitudes diferentes, creando los climas ecuatoriales, tropical, templado y polar que existen actualmente. Mientras tanto, las variaciones en las corrientes atmosféricas del hemisferio norte y el hemisferio sur causaron modificaciones en las aguas próximas en el Ecuador, haciendo que las aguas ricas en nutrientes subieran a la superficie.
En esta época, existió un puente terrestre entre Asia y América del Norte, como parecen comprobarlo las marcadas semejanzas entre las faunas de ambos continentes. El norte de Asia tenía un clima templado, el oeste tenía uno paratropical, el centro y el este clima árido, y el sur tropical. Tanto el norte como el sur del continente estaban cubiertos de vegetación.
Como muchas otras partes del mundo en el período Oligoceno, el centro de Asia se había convertido en una región con grandes cambios estacionales, con una época seca y otra de lluvias. Las hierbas y los arbustos eran las formas vegetales dominantes. Eso condicionó los organismos que habitaban, beneficiando los seres vivos que habían evolucionado para adaptarse a la escasez de agua.
En esas extensas llanuras del centro asiático vivió el paraceraterio (del griego Paraceratherium, “bestia casi cornuda”), un género extinto de mamíferos perisodáctilos (con pezuña de cantidad de dedos impar), cuyos primeros fósiles se descubrieron hace apenas un siglo.
Los paraceraterios son los mamíferos terrestres mayores de todos los tiempos, con una altura de cinco metros y medio desde el suelo a la cruz, y de siete metros y medio a la cabeza, y ocho metros de longitud (sin contar la cola). Las estimaciones del peso varían, pero oscilan en torno a las quince toneladas.
Se supone que están relacionados con los rinocerontes actuales, pero a diferencia del rinoceronte blanco, se alimentaban arrancando las hojas de los árboles. Tampoco tenían cuernos.
Los animales de este género aparecieron en Asia central durante la primera mitad del periodo Oligoceno, hace aproximadamente treinta millones de años, y se extinguieron a mediados del periodo Mioceno, hace 16,6 millones de años.
Cuando el tamaño importaba
Los paraceraterios son los mamíferos terrestres conocidos de mayor tamaño. Los machos eran ligeramente más grandes que las hembras y estaban dotados de un cráneo cóncavo reforzado, cosa que podría indicar que combatían de manera parecida a las jirafas, golpeándose con la cabeza. Como sus parientes, los rinocerontes actuales, su vista no estaba tan desarrollada como el olfato; de hecho, sus pasajes nasales eran mayores que su cerebro.
Se diferencian de otros ceratomorfos (con forma de cuerno) de su tiempo en la forma y posición inusuales de sus dos dientes incisivos superiores, que tienen el aspecto de pequeños colmillos inclinados hacia abajo, en tanto que los incisivos inferiores se inclinaban hacia adelante, lo que le era muy útil para arrancar hojas de los árboles. Su boca también se caracterizaba por la gran movilidad de su labio superior.
Las patas y cuello eran largos, adaptadas para llegar a las hojas más altas de los árboles. Además de permitirles llegar a la vegetación más alta, sus robustas patas les podrían haber servido para defenderse de los depredadores. Una de las diferencias clave entre las patas de los paraceraterios y las de otros ceratomorfos es que las articulaciones del tobillo eran más flexibles.
Debido a su gran tamaño y consecuente menor relación superficie-volumen, es muy probable que tuvieran muy poco pelo y una piel clara como la de los rinocerontes actuales, para facilitar la pérdida de calor y evitar sobrecalentarse. La gestación duraba alrededor de dos años, y al nacer, las crías pesaban aproximadamente media tonelada.
Lobo solitario
Basados en la forma de su cuerpo, el tamaño de su cerebro y teniendo como base los datos conocidos del modo de relación de los rinocerontes, se puede inferir que el paraceraterio era un animal sin el complejo comportamiento social de los elefantes, y que no vivía en manadas.
Las hembras anunciaban que estaban en su período fértil mediante feromonas en el estiércol. En el momento de luchar por el derecho a aparearse con una hembra, los machos rivales combatían embistiéndose el uno en el otro con el cuello y la cabeza, de manera similar a cómo combaten las jirafas. Éste es el motivo por el cual los machos tenían un cráneo más reforzado y más cóncavo que el de las hembra. Los combates podían durar varias horas. El macho triunfante dedicaba mucho menos tiempo al apareamiento, para no someter durante tanto tiempo a la hembra a su gran peso.
Las crías eran amamantadas durante el primer año, y luego empezaban a comer alimento vegetal. Aproximadamente al mismo tiempo, la madre iniciaba otro período fértil. Aunque se quedara embarazada, la madre permitía a su cría quedarse con ella y continuar creciendo a su lado mientras durara la gestación, pero una vez nacida la nueva cría, la separaba, y el vástago, ya con tres años, comenzaba su vida solitaria.
Los paraceraterios contaban con un par de adaptaciones clave que les permitían resistir las áridas condiciones de su hábitat; además de poder permanecer periodos largos sin beber agua, poseían una gran memoria práctica, que les ayudaba a recordar dónde se encontraban los pozos y oasis del desierto. De esta manera, podían reencontrarlos en caso de escasez de agua superficial.
Rastros en la sabana
Los paraceraterios vivieron en las extensas llanuras del centro asiático y compartían ese hábitat con otros animales de gran tamaño, como calicoterios (pariente lejano del caballo, de patas delanteras largas y cuartos traseros cortos), otro grupo de ceratomorfos o entelodontos (relacionados con los cerdos actuales). Los depredadores también eran de grandes dimensiones, con la aparición de los hienodontes (antecedentes de la hiena), un grupo de creodontos y anficiónidos, dos mamíferos carnívoros ya extintos, del tamaño de un bisonte americano.
Se han encontrado restos fósiles de las diferentes especies de Paraceraterio en la India, Kazajistán, Mongolia, Pakistán y China.
Los primeros fósiles fueron descubiertos en Pakistán a la década de 1900, y el hallazgo más reciente tuvo lugar casi un siglo más tarde, cuando se descubrió una nueva especie en Dongxiang, China. El yacimiento más importante de paraceraterios es el de Hsanda Gol, en el desierto de Gobi.
La falta de alimento y los cambios climáticos, llevaron a este gigante de las llanuras asiáticas a extinguirse, hace unos 16 millones de años, y lo que quedaron fueron solo rastros, que han ayudado a los científicos a describir su forma, color, costumbres y ciclo vital. Datos que utilizó el creador de efectos especiales Phil Tippett, como la inspiración para darle forma a los vehículos AT-AT, que fueron presentados en el capítulo “El imperio contraataca” (1980) de la saga “La guerra de las galaxias”.
Cementerios gigantes
La formación de Hsanda Gol es un yacimiento paleontológico situado en la parte mongol del desierto del Gobi, especialmente conocido por su riqueza en fósiles de mamíferos de la época del Oligoceno, entre los que se destacan los más completos conocidos de paraceraterios. Entre éstos últimos se encuentra un esqueleto único de paraceraterio que había muerto de pie, probablemente atrapado en arenas movedizas.
La exploración paleontológica del siglo XIX y principios del siglo XX se concentró principalmente en yacimientos europeos y norteamericanos, como las fosforitas del Quercy o la formación de Hell Creek. Sin embargo Roy Chapman Andrews, del Museo Americano de Historia Natural, consiguió reunir fondos para hacer una expedición al desierto del Gobi, hasta entonces ignorado por los peligros que representaba. Andrews esperaba encontrar allí el eslabón perdido entre los simios y los humanos, pero lo que descubrió fue unos estratos que permitieron ampliar mucho la información conocida sobre la fauna asiática del Oligoceno.
La investigación científica en Hsanda Gol se vio interrumpida en 1930 a causa de la inquietud política de la zona, y el yacimiento no volvió a quedar abierto a los científicos extranjeros hasta 1990.
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