En marzo de este año, pocos días antes de que empezara esta larga cuarentena que vivimos, Flora Rodríguez Lofredo –sin dudas, la mejor escritora de Santa Cruz– mandó a reimprimir su libro “Hernando de Magallanes, un destino, una vida”, cuya primera edición había visto la luz en marzo de 2007.
Pretendía con ello nuestra querida poeta y contadora de anécdotas, mitos, leyendas y otras verdaderas delicatessen, sumarse así a la celebración del quinto centenario del paso del gran navegante por las tierras santacruceñas –más específicamente, por Puerto San Julián– y todo lo que produjo en esta tierra su presencia avasalladora, inmisericorde y al mismo tiempo movilizadora de una enorme cantidad de hechos posteriores.
La llegada de las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio, antes de que la nueva edición del libro tocara el puerto santacruceño, pusieron en espera tanto al reparto de este interesante ejemplar, como a la celebración en sí, esperada durante tantos años por toda la comunidad sanjulianense.
Pero no interesa en esta pequeña columna el hecho del quinto centenario en sí –tema al que en algún otro momento prometo acercarme– sino la delicada factura de este libro de Flora, tal vez una de las mejores creaciones literarias que se han escrito sobre Magallanes y su largo periplo a través de los mares del mundo.
Con una sensibilidad que ha crecido con los años, la Lofredo decidió en su obra “Magallanes”, hablarnos como si fuera un juglar omnipresente, que va poniendo en palabras los hechos que jalonaron el epopéyico viaje y los sentimientos que desencadenaron en sus principales protagonistas.
Toma vuelo así, página a página, la sensación de que es un narrador del Renacimiento y no la querida Flora, quien va desgranando, acompañado de su laud, los momentos majestuosos y los más terribles, transportando al lector a la época en que sucedieron los hechos, y ayudando a comprender la impresinante aventura que protagonizaron Magallanes, Pigafetta, Elcano y el puñado de hombres que surcaron en la Nao Victoria y sus acompañantes, todos los mares que Europa conocía y los que ni siquiera se imaginaba.
Con el contrapunto de pequeños textos que dan contexto histórico, provistos por el historiador sanjulianense Pablo Walker, la obra de Flora es toda una aventura en sí misma, en la que destaca ese maravilloso don para captar profundamente el contexto y transformar su voz en la voz de los protagonistas. Un don que volvería a usar, en su poemario “Piedra sobre piedra”, en el que entrega su capacidad literaria para darles voz a los tehuelches y sus vivencias.
Flora es una gran escritora, con un profundo sentido del humor y una capacidad de entender y proyectar los mundos en los que se sumerge para darles voz. “Magallanes” es un acabado ejemplo de esa capacidad, que vale la pena disfrutar, no como obra definitiva sino como un hito más en el largo periplo de una autora que siempre ha buscado nuevas formas de comunicarse y hacernos disfrutar de la palabra.
Para quienes quieran acercarse al libro, aquí el link
https://drive.google.com/file/d/1WaiOfMR10DeA4M21WEcfbJKHWRXH-jaw/view?usp=sharing
https://drive.google.com/file/d/1BxkBNZsBM7SYIFSAKEAe5EMfB0L4PZw_/view?usp=sharing
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