viernes, 13 de marzo de 2020

Viajeros

Entre 50 y 75 mil muertes al año. Esa es la cantidad de víctimas que se cobra en todo el mundo un habitante conspicuo de nuestro país, conocido como Mal de Chagas - Masa.  Eso es entre 150 y 200 muertes por día, sobre un universo de unos 16 millones de enfermos y otro tanto de infectados asintomáticos.
Del total de enfermos, el 10% reside en Argentina, otro 20% se reparte entre Brasil, México y Bolivia y el resto está esparcido a lo largo y ancho del mundo, reteniendo América (desde Alaska a la Patagonia) más del 70% de los afectados.
El dengue es una enfermedad virósica de zonas tropicales. Afecta a entre 50 y 100 millones de personas por año, con una mortalidad de alrededor del 2,5%, es decir que produce unos dos millones y medio de decesos anuales. La región de las nacientes del río Paraguay, entre Bolivia y Brasil, Paraguay y el noreste argentino, es donde se registra el mayor crecimiento de la enfermedad en los últimos años.
En Argentina, el dengue se instaló hace más de una década y los casos autóctonos superan ampliamente a los importados en las provincias del centro y litoral.
El coronavirus llega en avión. Si se cierran los aeropuertos o se aisla preventivamente a los recién llegados, se disminuye considerablemente el riesgo de contagio, que es la llave para evitar el gran drama que produce: el colapso del sistema sanitario.
El dengue y el mal de Chagas, por su parte, viajan montados en bichos muy específicos. Uno en un tipo de mosquito muy específico y el otro en una vinchuca. Ninguno de los dos colapsa los sistemas, porque la mayoría de los afectados no frecuenta los sistemas de salud o éstos no existen donde se producen los casos.
Hay todo un cúmulo más de enfermedades que se mueven montadas en gran variedad de vectores del mismo tenor: moscas, mosquitos, ratas, ratón colilargo, etc.
Para combatir todas esas plagas se necesita mucho más que prohibir reuniones o clausurar aeropuertos: hay que fumigar, limpiar, erradicar viviendas precarias, educar y sacar compatriotas de la pobreza todos los días, todas las semanas, todos los años.
Lo trágico es que para hacerlo, la economía tiene que funcionar, algo que no sucede porque el coronavirus está haciendo que todo se paralice y se prohiban espectáculos, se cierren reuniones, se pare la rueda productiva.
Paradojas de la aldea global.

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